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roberto zucco

Bogotá

Bogotá

1. Llego a Bogotá y me estan esperando en el aeropuerto de El Dorado. Un taxi nos conduce por una moderna autovia hasta el Hotel Casa Medina. El edificio es sencillamente magnifico y la habitación es realmente comoda, amplia y acogedora. El interiorismo de este sensacional hotel me recuerda el de la Fundacion Santa Maria, de Alcaniz, y con este dato tambien constato que me paso la vida buscando parecidos... Su encanto comienza con su condición de Monumento Histórico de Conservación Nacional. Fue construido en 1945 por Don Santiago Medina, quien combinó artísticamente las tendencias tradicionales de la arquitectura española y francesa, confiriéndole un diseño único. A partir de 1988 el edificio fue convertido en un hotel de gran lujo que ha conservado su arquitectura original.

Dejo las maletas y me doy una vuelta por el barrio de la Candelaria. Llego en taxi a un lugar en donde unos chicos están jugando un partidillo de futbol. Me han prevenido sobre la delincuencia en esta ciudad, pero a estas alturas de la vida ando sin miedo por el mundo y este creo que es el mejor antidoto contra posibles ataques y sorpresas desagradables. Hasta ahora he puesto en practica ese método de fingir indiferencia y me ha salido siempre bien, hasta en situaciones muy pero que muy complejas. Aqui no parece que los esforzados futbolistas vayan a darme un susto, pero los espectadores, ociosos y bullangueros, y con una pinta muy especial, ya son otra cosa.

Paseo y ya desde otro taxi contemplo los bellos edificios que circundan la plaza Bolivar, muchos de los cuales han sido sutilmente habilitados para albergar actividades culturales diversas. La primera impresión de esta ciudad no puede ser mejor. Por cierto, en el avion me acojonaron un poco con un slogan turistico: "Bogotá, dos mil sesicientos metros mas cerca de las estrellas..." Automaticamente resucito mi lado hipocondriaco, muy presente siempre, y me acuerdo del llamado mal de altura del que ya me habian prevenido en Argentina y que, segun parece, se manifiesta con mareos, vómitos, etc. La verdad es que pasan las horas y no noto molestia alguna. Mis ansiedades pueden aplazarse de momento.

Tras este paseo en taxi por la Candelaria me llevan a un barrio moderno en donde hay jovenes por un tubo. Aqui todo el mundo escucha merengue, cumbia y, sobre todo, salsa. David Bisbal suena de vez en cuando provocando el delirio colectivo. Este chico verdaderamente arrasa en latinoamérica. Me aburro un poco. Mis anfitrionas hablan de cosas que no conozco y yo me refugio en largos sorbos a la cerveza Club Colombia que acabo de descubrir y que me parece tambien excelente. Estoy muerto. Quiero irme a dormir.

2. Al dia siguiente viajo a Vadellupar, la capital del Departamento de César, al norte de Colombia. El vuelo es confortable, de apenas una hora de duracion. Alli me esperan unos amigos con los que ceno una vez dejadas las maletas en el hotel. La carne en Colombia ya he podido omprobar que es excelente tambien. Esta ciudad, fundada en 1550 por los conquistadores espanoles, desde siempre ha sido un centro de produccion agricola. Como enclave turistico no tiene nada de especial, o al menos asi me lo parece, excepto ser la capital mundial del Vallenato. Una vez al año, desde el 26 hasta el 30 de Abril, se celebra aqui el Festival de la Leyenda Vallenata, una macroconcentración de intérpretes y seguidores de esta subespecie musical que yo personalmente detesto.

Transcurren las horas en este lugar del planeta en donde jamas pensé estar. Me hospedo en el Hotel Vajamar, un sitio discreto, limpio y tranquilo. Por las mañanas bajo a leer al lado de la piscina y me tomo una cerveza. En realidad esta es mi única actividad pautada. Por las tardes me dejo llevar por las conversaciones, las cervezas, las excursiones, las sorpresas. Me llevan una noche, por ejemplo, a un paraje bastante bonito, en la orilla del rio Guatapuri, en donde han colocado una sirena dorada. Jovenes montados en camionetas descapotables escuchan musica a todo volumen y beben todo lo que pueden. Se rien, bailan, se cuentan cosas de adolescentes resabiados... De pronto, irrumpe una patrulla de la policia, manda callar todas las fuentes sonoras, y sus miembros comienzan a pedir la documentacion de todo el mundo, excepto la mia y de la persona que viene conmigo. Parece ser que esta práctica es frecuente y a nadie le sorprende ni le incomoda. Buscan vendedores de droga.

3. Bogotá de nuevo. Hotel Casa Medina otra vez. Ceno razonablemente bien: un paté de la casa discreto y buen pescado. Termino el libro entre las suaves sábanas de una cama de más de dos metros. Veo por tercera vez el partido de presentacion de David Beckham con el equipo de Los Angeles Galaxy. En realidad son veinte minutos en los que el futbolista ingles casi ni toca la pelota pero que todo el mundo espera como si fuera un acontecimiento decisivo en sus propias vidas. El interes del partido en sí es mínimo, y la prueba es que cuando David sale a calentar, ya avanzada la segunda parte, las cámaras dejan prácticamente de retransmitir las acciones del juego y se centran en sus carreritas por la banda.

Me aburro, y me duermo con la television encendida, como casi siempre. Cuando suena el despertador, seis horas mas tarde, están de nuevo retransmitiendo este insulso partido. Una hora mas tarde un taxista muy amable me lleva a toda velocidad por una autopista camino del aeoropuerto. Me voy a la Republica Dominicana. Me hubiera gustado estar más tiempo en esta ciudad. Todas las sensaciones que aquí he tenido fueron buenas.

4 comentarios

Rain -

¡Roberto Zucco, viajero y cronista!
Breve tu estadía y sustanciosa tu crónica.

Aquí me tienes. Y pensar que estuviste cerca de Perú. Mi niño y yo estamos pasando estos días como tantos peruanos, tranquilizados porque todo indica que los temblores ya cesaron...

Abraxo.

juan re -

Hola amigo
Las vacaciones me han permitiro recorrer la blogosfera. un saludo juan
El calamar y su tinta
llenan de oscuro color
la precaria existencia.
juan

amalia -

Me da la impresión de que Colombia fue para tí una experiencia algo neutral, sin las emociones de Moscú o Buenos Aires.
Creo que buscar parecidos es natural cuando las escencias de lo vivido se entrelazan en nuestro espíritu.

amaltea -

A veces me pregunto como será tu mapamundi. Ese que todos los viajeros tienen señalados con clavos de colores.
Zucco, ¿tienes clavos o mapa?

Yo todavía mapa, muuuucho mapa.

Abrazos que te lleguen allá donde estés.