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roberto zucco

Mitomanías (3)

Mitomanías (3)

En cuanto al trato personal, a lo largo de mi vida profesional he tenido la oportunidad de tener una relación más o menos cercana con algunas de las personas por las que sentía en ese momento una profunda admiración. En algunas ocasiones, de la admiración pasé al cariño, y en bastantes al cariño recíproco, traspasando con mucho la frontera de las relaciones laborales. Seres en su mayoría brillantes y magníficos, ejemplos de superación para mí, de los que siempre recibí algún consejo, alguna idea valiosa, algún detalle de generosidad.  

Me impresionó recientemente, por ejemplo, la sencillez del cineasta argentino Eliseo Subiela, un hombre que me esperaba sonriente a pesar del retraso con el que llegué a la cita que me concedió en un hotel de Buenos Aires. También la coreógrafa alemana Pina Bausch, (ver foto) por la que tengo una admiración extraordinaria y a la que considero la inventora de una danza que tiene mucho de teatro, incluso de teatro de texto, sin palabras. Con Pina apenas estuve unos minutos en la puerta de un teatro en Madrid, pero su mirada me llenó de paz interior. He estado también varias veces con la directora teatral francesa Ariane Mnouchkine. La primera vez en el Festival de Avignon, el año en que su compañía, Le Theatre du Soleill, vivía una crisis profunda. Después la he visto en París varias veces, y siempre me dio una imagen de reciedumbre moral, de talento y de absoluta ausencia de divismo. Con Peter Brook tuve una relación anecdótica: en su teatro Bouffes du Nord, al norte de París, me colocaron casualmente a su lado para asistir a la representación de unos de sus espectáculos. El, en la penumbra de la sala, sacó un pequeño cuaderno y estuvo anotando durante todo el espectáculo las correcciones y mejoras que después les iba a pedir a sus propios actores. Ni que decir tiene que yo perdí la perspectiva del espectáculo desde el principio y me concentré en su autor a través del rabillo de mi ojo derecho. 

Fueron importantes, por razones diversas, mis contactos y entrevistas con algunas personas del mundo del escenario. Por ejemplo con el director  José Luís Gómez, a quien considero en algunos asuntos mi maestro y a estas alturas de la vida, un buen amigo. Fui muy afortunado de quedar a comer tres veces con Jean Pierre Miquel, siempre en un restaurante de la plaza de la Bastilla de París que a él le encantaba y en donde me solía citar para hablar de un proyecto que se truncó paralelamente a su propia existencia. Jean Pierre había dejado de ser director de la Comedie Française hacía muy poco tiempo, y estaba gravemente enfermo. Conocía admirablemente bien el teatro clásico español, en especial a Tirso de Molina. Me dedicó su libro “La Ruche, mythes et réalités de la Comedie Française”, y a los pocos días de la tercera cita murió. Siempre lo recordaré como un hombre amable y sabio, que guardaba un secreto que sólo él sabía (después entendí que era la certeza de su propia muerte inminente), y que me dio un par de consejos realmente valiosos.  De esta compañía pública francesa, heredera de la del propio Molière, tuve también una excelente relación con Thierry Encise, actor de origen belga, con la quien la casualidad me había hecho coincidir machaconamente en diferentes lugares de París, y a quien le propuse un proyecto que le entusiasmó pero que finalmente tampoco pudo llevarse a cabo.  También recuerdo con gran cariño al director suizo Felix Prader, un hombre inteligente y complejo. Recientemente he conocido a Pichón Baldinú, director de la compañía argentina Delaguarda, otra persona fascinante y cercana, que se pasa el día volando por los lugares de la creatividad. Qué decir de mi “novio” Juanito Ollé, pura brillantez y sensibilidad, y del fallecido Adolfo Marsillach, con quien me corrí una juerga extraordinaria en una noche zaragozana de comienzos de la democracia cuando él interpretaba junto a José María Prada, otro gran actor, un personaje de “El arquitecto y el emperador de Asiria”, de Fernando Arrabal.  

De una manera o de otra, son importantes también para mí  los momentos compartidos con actores como Josep María Flotats, Ferruccio Soleri, primer actor del Piccolo Teatro de Milano y hombre de confianza de Giorgio Strehller, a quien conocí en Lisboa, Pepito Rubianes, que me transmite siempre optimismo y buen rollo, con el que casi me fui a vivir a Cuba una noche de caos, y Albert Vidal, que se vino a vivir a mi casa en el casco viejo de Zaragoza durante medio año y allí preparó uno de sus más conocidos espectáculos vanguardistas que le hicieron recorrer el mundo.  Con la actriz Imma Colomer, fundadora del Teatre Lliure, de Barcelona, tuve un encuentro alucinante, más bien un topetazo, tras una representación del Circo Aligre hace bastantes años. Ahora es una amiga del alma que asiste en primera fila a los momentos más importantes de mi vida. Y, por último, dejar constancia de que no había copas suficientes para beber la noche que Juan Diego me presentó a Juan Echanove, allá por el principio de los ochenta. Juan no era todavía demasiado conocido, pero su técnica y talento ya eran manifiestos en una puesta en escena de “Ivanov”, de Chejov, con dirección de su amigo Jorge Eines. La noche, como digo, se hizo muy larga, y él exhibió una de sus especialidades: realizar imitaciones magistrales de algunos personajes conocidos y algunos profesores suyos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, de la que todavía era alumno. No recuerdo haberme reído tanto en mi vida y él siempre que me ve me dice que tenemos que repetir aquellas gestas.

13 comentarios

Rain -

¿Sabes? me haces pensar en mis amigos actrices y actores. Espero verlos un día en escenarios como los Teatros de París. Sí, lo digo por lo que esa bellísima ciudad significa para muchos actores.
Alguna vez quisiera escribir como ahora tú lo has hecho , agradeciendo a quienes son referentes imprescindibles en mi vida.

Gran salute y grax por compartir experiencias tan queridas.

amalia -

Roberto,como víctima de este error habitual, me permito corregirte la "a", por la "e"

Roberto a Amalia -

Para mí es un honor que me lean personas como tú.

Amelia -

No tienes que darme las Gracias,son los sentimientos que vuestro trabajo despierta en mi...
Tampoco creo que sea una lección,vosotr@s sí que sois Maestros,porque sólo se trata de mi manera de vivir...una persona que se tropieza miles de veces,y que se levanta con la única fuerza que tiene,que es la que recibe de una obra de Teatro.
Sólo añadir,que si me lo permites,volveré de vez en cuando por aquí.
Si es así,hasta pronto.
Una Forta Abraçada!

Roberto a Amelia -

No puedo por menos que agradecerte esto que has escrito, que es mucho más que un comentario. Es toda una lección que describe admirablemente el valor de las cosas, en este caso el valor del teatro.

Amelia -

Nunca he "envidado" a aquell@s que tienen la mejor casa,en el mejor barrio de cualquier ciudad,o que circulan por una carretera a toda velocidad,en el coche más caro y potente recién salido al mercado,no me importa la moda o las marcas,o comprar en el último establecimiento,o ir al bar o a la discoteca de la que hablarán el lunes...
Mientras ell@s comentan,una estará "haciendo cola" para conseguir unas entradas,en el sitio de siempre,para disfrutar y emocionarse con la próxima obra de Teatro,que traigan a esta ciudad...
Admiro mucho,a esos hombres y mujeres,que todas las noches dejan de ser ell@s mismos para transformarse en otr@,que como muy poco me hará esbozar una sonrisa y que tal vez,sin darme cuenta,se quede impregnado en mi recuerdo para siempre...
Por eso,siempre al salir del Teatro,con las emociones aún tratando de ubicarse,por un instante siento el impulso de ir a saludarlos, pedirles un autográfo...pero,¿Quién es una?...Sólo alguien que se emociono al otro lado de la bateria,como diría Louis Jouvet...
Por eso,a veces,en agradecimiento,y de manera anónima,excepto dos veces en que me decidí hacerlo personalmente, tengo con ellos algún detalle, es una manera de darles las Gracias por todo lo que su trabajo, me ayuda a realizar el mio y a soñar con que un día la "pesadilla" en la que ahora vivo terminará,y que no acabaré como "La reina de la belleza de Leneane"...
Por eso,envidio a aquell@s que pueden escuchar y compartir con actores y directores,el proceso de creación de una obra de Teatro...Me encantaría ser invisible,y colarme por las rendijas del Teatre Tívoli,para observar atentamente como Josep Maria Flotats da los último retoques a su "Stalin",como Vicky Peña se prepara para interpretar su papel de la mujer en "Homebody/Kabul",o como Mario Gas o Lluís Pascual cuentan su último proyecto...
También podría hacer unas cuantas refrencias de personajes y de obras que no me gustaría olvidar nunca,que daría lo que fuera porque el paso del tiempo,no deteriora su recuerdo y mi memoria siempre las tuviera presente...Empeño inútil porque deben hacer hueco a otras,aunque su esencia me sigue acompañando en el camino de cada día,a veces haciéndome sonreir de nuevo,otras ayudándome a conocerme un poco mejor a mi misma, proporcionándome las armas necesarias para tratar de derrotar a mis fantasmas,o dándome las fuerzas necesarias para segur andando...
Sólo dar las GRACIAS A LOS QUE HACEIS QUE LA MAGIA DEL TEATRO, NOS INUNDE...
Una forta abraçada!

rythmduel -

Es un placer leerte, amigo.

amaltea -

Glupsss!!!!!

Iris -

Vuelvo a leerte encantada, mientras te imagino (recuerdo) sentado frente a mí y te escucho también encantada.
Tu Dama, siempre. Un beso enorme.

amalia -

Sí que fue fabulosa, Roberto.
Esa y las grabaciones con Alfred Deller fueron los destellos más luminosos de esa época, de por sí destellante.



Roberto a Amaltea y a Amalia -

Amaltea: tú eres muy pero que muy grande, y yo una persona normal, normal, normal, como ya sabes. Gracias por tu consideración: Amalia: "Molière" es una película de referencia. Durante mucho años la puse en clases de interpretación. Vaya experiencia tan fabulosa habrás vivido, ¿no?

amalia -

Me emocionan la humildad con que nos cuentas esos encuentros, y el agradecimiento que manifiestas por lo que recibiste de esas personas (colegas o maestros).

"Trabajé" (aramos, dijo el mosquito) con A. Mnouschkine hace muchos anios.Yo era asistente de grabación de la firma Harmonia Mundi, que éditó el CD (o K7?)de su película "Molière".Tuve de ella la misma fuerte impresión, mi recuerdo de esa experiencia está intacto.

amaltea -

Lo que yo te diga Roberto Zucco. Tu cada vez más grande y yo cada vez más pequeña.
Pero eso no me impide leerte con avidez y varias veces, porque de personas así se puede aprender mucho.

Sigue enseñándonos y hablándonos de todas esas amistades tan conocidas por todos a través de otros medios y así nuestra imaginación volará.

A sus pies venerado Zucco.