Ostentación calculada
Estuve a punto de ir a Libia hace unos años, pero no pasé de Argelia. Siempre me atrajo ese país, no sé exactamente la razón, aunque siempre me atraen los países que han sido colonizados de manera permanente por diferentes imperios, y, finalmente, consiguieron su independencia. Y, como siempre me suele ocurrir, la atracción está en contradicción profunda con la persona concreta que rige los destinos de su población, en este caso Muammar al Ghaddaffi, alguien que, a diferencia de Sadam Hussein, ha conseguido escapar indemne de las iras de los presidentes de EEUU a pesar de ser siempre sospechoso, con mayores o menores indicios, de estar detrás de ese "enemigo en la sombra".
Viene esto a colación de la actitud de este dictador en Lisboa en donde se ha hecho fabricar todo un campamento base, para residir él y los doscientos miembros de su séquito mientras asiste la II Cumbre Unión Europea-Africa. Me he puesto a pensar lo que ese alojamiento puede costar a las arcas libias y después he leído algunos artículos sobre la economía del país, y su estratificación sociológica. Naturalmente me he llevado una gran sorpresa porque Libia se puede decir que es un país económicamente rico.
No sé si es muy riguroso lo que voy a decir, pero me parece que este país tiene un parecido sociopolítico considerable con Qatar en donde estuve ahora exactamente hace un año. Ambos son países que dependen de una única fuente económica, el petróleo en el caso de Libia y el gas marino en el de Qatar. Esa dependencia económica en un solo frente tiene sus peligros: cuando las cosas del mercado van bien, todo es magnífico, y viceversa. Ambos tienen una tasa de pobreza mínima (en el caso de Libia solo el 7% de la población), y ambos dicen que son democráticos y, en el fondo, son dictaduras más o menos encubiertas. Aún recuerdo la presencia del emir de Qatar en la ceremonia de inauguración de los Juegos Asiáticos, que a mi me recordaba a la de Franco en aquellas demostraciones sindicales del Bernabeu de los años sesenta.
En cualquier caso en lo que sí se parecen mucho es en la discriminación de la mujer en casi todos los aspectos de la vida, y en la ausencia real de libertades democráticas, que nadie parece echar de menos. En Libia está vigente la llamada Yamahiryya, que viene a ser como una democracia directa. Lo sorprendente es lo poco que todo esto le importa a la población, que vive en sus afanes y en sus cosas, alejada de los asuntos de la política y de la participación en las decisiones generales. En Qatar a cambio de ese silencio existía un clientelismo institucional de gran nivel. Todo el mundo calla porque todo el mundo está comprado por el estado. En Libia supongo que pasa lo mismo o parecido.
Si en una democracia los gestos y las formas son importantes, en estas dictaduras encubiertas y supuestamente civilizadas lo son también. La jaima de lujo de Gadafi cuesta mucho dinero, sí, pero a través de esa ostentación, supuestamente motivada por las necesidades de su propia seguridad, se intenta transmitir una imagen al mundo de poder, dignidad e independencia nacional que a sus ciudadanos de a pié les parece también estupenda y comparten sin rechistar. Por la cuenta que les trae.
9 comentarios
chusb -
Un saludo y Felices fiestas pues ahora mismo no me encuentro con fuerzas para leer el otro post de boadella, volveré en otro momento para leerlo con calma.
Rutero -
Lord Palumbo -
Lord Palumbo -
Rutero -
Lord Palumbo -
Si te dijera que soy -
amalia -
amaltea -
Por cierto ¿ya hace un año de tu visita a Qatar? Recuerdo que escribiste sobre esa ceremonia en la que un caballo blanco subía unas escaleras. Tal y como nos lo contaste,parecía una cosa impresionante y desde aquí, ni salió en la tele ni en la prensa.
Pues eso, ostentación calculada.