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roberto zucco

Mitomanías (4)

Mitomanías (4)

En el campo de la política me dejó una imagen muy cálida José Luis Rodríguez Zapatero, a quien conocí unos días antes de ganar las elecciones y pasar a ser presidente del Gobierno de España. La casualidad hizo que este hombre, inteligente, cabal y simpático, y yo coincidiéramos en un meeting de su partido al que me invitaron. No nos conocíamos de nada, pero creo que simpatizamos pronto y me contó algunas intimidades personales e intuiciones políticas, por ejemplo alguna con respecto a José María Aznar, que después la realidad y las circunstancias confirmaron con creces.  

En este capítulo debo incluir el encuentro fugaz pero divertido con Enrique Tierno Galván, en aquel momento alcalde de Madrid. Coincidí con él en un despacho del Centro de la Villa de Madrid, y nos presentó Eduardo Huertas, el entonces director de programación. Ambos estábamos invitados al estreno del espectáculo de una compañía brasileña. En un momento en que el alcalde y yo nos quedamos solos, me dijo: “me temo, señor Zucco, que la representación de hoy va a ser un coñazo…” ¡Qué razón tenía Don Enrique! El no lo sé, pero yo desaparecí en el primer entreacto.  Por último, recuerdo que en Jerusalem, la primera noche de una estancia salpicada de anécdotas y curiosas peripecias, me presentaron a Simón Peres, que me causó también una magnífica impresión. En ese momento Peres era Ministro de Exteriores y entró casualmente en el restaurante en donde estábamos cenando el director Robert Bedós, una periodista francesa de cuyo nombre no me acuerdo, un funcionario del Ministerio de Cultura israelí que oficiaba de anfitrión, y yo. Hablé con él durante unos minutos en un perfecto español, y me dijo cosas sobre España que me rebelaron no solo un conocimiento exhaustivo de nuestro país, sino una gran capacidad para analizar la realidad política internacional. En su rostro se reflejaba un deseo y una esperanza para la paz en oriente medio, algo que no encontré en casi ninguno de los políticos y personas de la cultura en Palestina que había conocido días antes. 

Me dejaron, sin embargo y por razones diferentes, una imagen borrosa algunas personas que no por eso he dejado de admirar y valorar en sus respectivos oficios. Ser simpático no es un requisito ineludible para ser brillante. Por ejemplo, el cantante Hilario Camacho, perdido en sus reflexiones y amarguras, Amancio Prada, los críticos Joan de Sagarra y Eduardo Haro Tecglen, el filósofo Fernando Savater, los directores teatrales Salvador Távora y Lluis Pasqual, y bastantes más, tal vez porque el talento innegable de todos ellos se escondía detrás de un muro que para mí resultó en ese momento infranqueable.  

Por el contrario me ha gustado tener relación profesional y personal con Maribel Verdú (fui su primer director en teatro siendo ya una actriz muy conocida en el cine, y siempre me lo  recuerda con gran cariño), Antonio Valero, Gerardo Malla, un maestro cercano y amable, Tony y María Isbert, una mujer increíble donde las haya, Joaquín Hinojosa, ahora uno de mis mejores amigos, Ramón Barea, Paco Casares, José Luis Pellicena, con quien la amistad, sin embargo, se fue enfriando, el autor José Sanchis Sinisterra, el director argentino David Amitín, el escritor oscense Javier Tomeo, a quien me presentó mi querido Joan Ollé en Barcelona en el restaurante Flor justo cuando llevaba leídas al menos cinco novelas suyas seguidas, en una comida en la que también asistieron el crítico Marcos Ordóñez y el periodista y escritor Joan Barrill.

En el mundo de los medios de comunicación tengo tres magníficas amigas. Mercedes Odina es la repera. El azar del destino nos situó hace poco compartiendo el mismo trabajo. Pero desde que ella dirigió "Los años vividos" en TVE, yo la admiraba en secreto. Ahora es una referencia sentimental en la distancia: se ha ido a vivir a Nueva York (desde donde fue corresponsal precisamente de esa misma cadena), y se acaba de casar. Se merece la felicidad. La segunda es Pepa Bueno, inteligente y magnífica, conductora de “Los desayunos de la 1”, de TVE, y la tercera, Silvia Tarragona, mordaz, culta y graciosísima, que en las madrugadas conduce con gran acierto en Radio Nacional de España el programa “Imaginario”.

Por supuesto, no puedo olvidarme de José Antonio Labordeta, admirable por tantas cosas, que me animó y ayudó siempre en todo lo que le pedí. 

Pero hubo dos personas que su “directo” literalmente me arrolló: me refiero a Joan Manuel Serrat y a Fernando Fernán Gómez. 

Serrat (Tarres) es un hombre increíblemente interesante, cálido, inteligente. Transmite dos cosas a la vez: serenidad y talento, siempre a través de un lenguaje cordial, modesto y cercano, nunca exento de un fino sentido del humor, de una suerte de permanente y profundo rigor intelectual y personal. Comí con él poco después de su reaparición pública tras su operación quirúrgica y poco más tarde, en un recital al que asistí con Isabel, nos dedicó “Mediterráneo” a ella y “No hago otra cosa que pensar en ti” a mí. Hace poco compartí sus nervios en Zaragoza al comienzo de su gira con Joaquín Sabina en la que ambos están sencillamente soberbios. 

Fernando, por último, es un compendio de sabiduría, experiencia y libertad de espíritu. Fernando es un amigo y me honro de poder decirlo. Fernando creo que me quiere bastante, y yo, desde luego, le quiero, y ambos, cada uno a su manera, queremos a Emma Cohen, la joya de la corona de una casa a las afueras de Madrid en donde el cielo y las estrellas están debajo del techo, y no por encima.

6 comentarios

Rain -

Hay gente serena que aosmbra,y esa imagen me suscita lo que cuentas sobre Joan Manuel Serrat.

De veras, esas aproximaciones
breves a personajes famosos, dejan marcas en la memoria. Indelebles. Llamr mitomanías a esta serie de posts, me parece tan sincero...

amaltea -

Es verdad, a mi también me suscitan esas narraciones de Zucco, una envidia sana. Y sobre todo, me dan mucho tema de conversacion en casa.
Yo soy la modesta operadora de internet y mi marido el gran conversador, así que todo lo que escribe Zucco lo imprimo y delante de un café lo leeemos, decimos que suerte o que incomodidad, que bien o que mal, ¡¡¡¡mira... piensa lo mismo que yo!!!!, ¿te acuerdas de aquello?,¡qué tiempos!, ¡¡¡¡Ya te digo yo que este hombre tiene mucho sentido común!!!!!, Si pudieramos decirle..., ¡otra vez de viaje!, ¿que cuenta ahora?.............y tantas, tantas cosas gracias a él compartidas que parece ya de casa y tantas, tantas tazas de café que peligran los cafetales de Colombia.

Siempre a sus pies venerado Zucco

elisa de cremona -

chuu... qué famoso que eres! no sabía nada... ups! te has encontrado con todo el mundo, menos conmigo, y eso que yo soy re famosa (en mi casa, jejejeje)

Trini -

Mientras te leía, no he podido evitar,sanamente, envidiarte. Ha de ser un placer conocer a tanta gente que, para mí, es inalcanzable.
Cierto es que algunos mitos, al tratarlos, son como benévolos y sencillos dioses que nos sorprenden por su cordialidad y buen trato. Y así ha de ser.

Un abrazo

rythmduel -

Estas mitomanías te honran como persona y suscitan en mí una palabra: admiración.

Amelia -

Un honor...es que haya personas que nos muestren otros caminos para llegar al sitio anhelado,nos den perspectivas distintas para afrontarlos e incluso nos presten sus mapas,aquellos que han sido dibujados,a lo largo de años de esfuerzo y de trabajo.
Personas,a las que admiramos o que consideramos mitos o referentes,en tantos instantes...y que según otras sólo tenemos idealizados...
¿Idealizados?...esa es la palabra que más rabia me da escuchar,cuando alguien me dice al oirme hablar de esas personas,que aún sin conocer,forman parte de mi vida.
No les admiro porque sean seres maravillosos y perfectos,sino porque además de descubrirme un lugar que un día visitaré,un nuevo autor que leer,una lengua que aprender...dejan translucir que son luchadores sin tregua, que ha sido derrotada en algunas batallas,y que después de perderlo todo,han sido capaces de levantarse,y tratar de conseguir la gran victoria,la de haber vivido en toda intensidad,con todo lo que ello implica.
A veces,algunos vivimos tras muros infranqueables,o mejor en inmensos vacios de nada y de oscuridad,que no son entendidos por la mayoria,y aunque los creemos impermeables,por ellos se cuela la luz,la ternura,el calor,la tranquilidad...que despide alguien desde un escenario,un micrófono,una entrevista, o entre las páginas de un libro...
Sentimientos,que son los que te ayudan tratar de encontar caminos en esa inmensa nada,y que hacen que esa persona,para ti sea importante,porque hizo que decidieras seguir,aunque sólo sea por hoy.
Una forta abraçada!