Otoño, una vez más
El país se repone de la decepción. Finalmente la selección española de baloncesto no conquistó la medalla de oro en los pasados campeonatos de Europa. Estas cosas, estas frustraciones hubieran sido impensables hace unos años, en los que quedar octavos o novenos producía la frustración. Algo así les debe ocurrir ahora a los pocos aficionados a la selección de EEUU, que a pesar de estar integrada pos jugadores de la NBA, o tal vez por eso mismo, se están acostumbrando a perder. En la vida todo es relativo con respecto a valores cambiantes y a perspectivas diversas. Aquella medalla de plata en los Juegos Olímpicos de los Angeles supo a gloria y esta medalla de plata suena a fracaso.
2
Leo “Memorias de ultratumba”, de Chateaubriand. A esta estación llegué de la mano de Paul Auster. Releí recientemente en República Dominicana su novela “El libro de las ilusiones” y en ella su protagonista, un profesor universitario en una situación personal desesperada, le encargan la traducción de este hermoso libro. Esta circunstancia coincide con otras peripecias internas de la novela y a mí me despertó el apetito de enfrentarme a las seiscientas páginas con espíritu de lector de fondo, sabiendo que será mi compañía a lo largo de los próximos días, que me acompañará en mis viajes y que será lo último que verán mis ojos por las noches.
Me maravilla. Está extraordinariamente escrito. La mirada de Chataubriand es distante e intelectualizada. Por sus páginas flota una visión romántica, reaccionaria y profundamente religiosa. La revolución francesa fue para este hombre cultivado y cosmopolita una sucesión de despropósitos y de actos de crueldad que él sin embargo describe con gran amargura pero con cierta contención y sutileza. Me siento cerca de ese buen gusto del autor y lejos de sus opiniones políticas, de esa adhesión monárquica incondicional, de esa adoración por el mundo que representaba el "ancien régime" y que ante sus ojos atónitos empezó a dejar de existir.
3
Hablando del antiguo régimen: en alguna ocasión he escrito sobre mi tía M. Es una mujer extremadamente conservadora, permanentemente atemorizada por la vida y sus circunstancias. Vive pensando que se va a derrumbar el techo de la habitación, que va a desbordarse el río más cercano, y que va a declarse el próximo fin de semana la tercera guerra mundial. Siempre fue así, pero con los años sus tendencias naturales se han afianzado todavía más. A raiz de la muerte de mis padres, decidió irse a vivir a una residencia y su nuevo temor consiste en creer ahora que llegará un día en que no podrá pagarla. Yo sé que eso no es verdad porque tiene bien guardados los ahorros de toda una vida y la cuantía de los mismos le van a permitir vivir confortablemente y sin ningún tipo de agobio.
Hace un rato le contaba a mi amiga Eva que ayer fui a verla y entre nosotros se produjo una extraña conexión. No recuerdo el momento en que empezó a hablar del pasado, y en concreto del momento en que mi familia materna, mis abuelos, mi tío, mi madre y ella se establecieron en Zaragoza en 1952 llegados desde Andalucía. Parecía ensimismada, muy concentrada en los recuerdos y en los detalles y sus ojos se llenaban con frecuencia de lágrimas. Yo la dejaba hablar y llorar mientras atardecía con parecida suavidad a la cadencia de su voz. Vive atemorizada, sí, absurda e inutilmente atemorizada, pero ayer por la tarde pude conocer algunas razones que dieron origen a ese carácter temeroso y desconfiado. Me habló de algunos comportamientos de personas ya desaparecidas y situaciones familiares que a ella y a sus hermanos les afectaron profundamente y que yo desconocía por completo. Pertenecen a ese tipo de realidades que siempre se intenta ocultar por vergüenza o por miedo. Salí de la residencia sabiendo más de mi propia familia y de mí.
4.
Mañana llega el Otoño y mi hijo cumple once años. Está en ese momento en el que ya empieza a aburrirle el Pato Donald y está obsesionado con unos juegos de internet que, tanto por sus temas argumentales, como por la complejidad de sus técnicas, me hacen comprender que estamos ya a las puertas de la adolescencia.
Concurso de ideas, por favor. ¿Qué le regalo?
9 comentarios
amalia -
Me pareció que R.Z. apuntaba más bien a un consejo de orden virtual-cibernético..
linda -
Portorosa -
Nos perdemos muchas cosas importantes al no prestar atención a nuestros mayores.
Un abrazo.
Ambrose Chapel -
Son años difíciles y decisivos. No lo dudes: una camiseta del Real Madrid. No vaya a ser que salga del Barça y sea un amargao. (Es una broma).
Regálale algo para uno de 20 años.
elisa de cremona -
igual el lambrusco exagerado por la noche, no es muy bueno...
un besazo
amalia -
En mi comentario último salí con nombre anónimo.
No creo que importe mucho, pero nada, que no me gusta salir con nombre cambiado.
maray -
Un abrazo
Anónimo -
Me da repeluz decirlo, pero aquí, por ejemplo, volvió el furor Pokemon, edición diamante y perlas...
Posiblemente en Zaragoza la historia es distinta...
Taaaan globalizados no andaremos!
Suerte, y mándale a tu hijo el saludo de una lectora tuya
amaltea -
Puedo darte muchas más ideas pero tendría que consultar.
Me alegra que vuelvas a incorporar a tu tía M. y a colación de todo eso que oiste de nuevo ¿sabes lo que pienso?: que casi siempre nos enteramos demasiado tarde de lo que siempre hemos sabido. Bueno es mi parecer, pero creo que la frase tiene buena parte de
razón.
Siempre a sus pies venerado Zucco.